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La mirada extranjera, posada sobre todo en la figura del gaucho y sedienta de una observación objetiva del habitante tipo de nuestro suelo, nos ha dejado escritos más que interesantes, capaces de completar la mirada sobre nuestro arquetipo, vale decir sobre nosotros mismos, que a modo de espejo nos permite reconstruirnos.
A continuación, damos la palabra a estos aventureros, que sin temor de entrar en tierras desconocidas, emprendieron largos viajes para conocer a los pobladores de América Latina. A través de ellos, la mirada negativa sobre el gaucho fue replanteada, y muchos de los valores que actualmente se destacan en el gaucho (hospitalidad, libertad, desprendimiento de lo material, amor al caballo y al canto) ya habÃan sido reconocidos por ellos.
Gillespie 1818:
• “Con frÃo o con calor, el peón itinerante descansa tranquilamente bajo la bóveda del cielo, su cama es la tierra; su poncho, su manta; su recado, su almohada”
• “Tienen poca barba y no se afeitan jamás, del color del cobre, son corpulentos y su pelo largo flota sobre sus hombros, tienen cara y nariz chata y viven sobre el caballo siempre y cuando no duerman, coman o estén entretenidos con el juego”
Francis Bond Head, 1826:
• “El carácter del gaucho es, con frecuencia, digno de consideración. Es muy hospitalario; en su rancho, el viajero siempre encontrará una bienvenida amistosa al ser recibido con sorprendente dignidad natural”
Head 1828:
• “El gaucho ha sido acusado por mucha gente de ser indolente; [...] cualquiera que viva con el gaucho, y lo acompañe en su trabajo, verá que no es para nada indolente, para su sorpresa verá que no es para nada indolente, para su sorpresa verá que no puede acompañarlo en una vida de tanta fatiga. Es verdad que el gaucho no tiene lujos, pero el rasgo que lo distingue es su personalidad sin necesidades. Acostumbrado a vivir al aire libre, a dormir en el suelo, no ve porqué un par de agujeros en su rancho le quiten comodidad. No es que no le guste la leche, pero prefiere no tenerla a tener que buscarla todos los dÃas. PodrÃa es verdad, hacer queso, y venderlo, pero si tiene un buen recado y afiladas espuelas, no considera que el dinero tenga mucho valor, en realidad está contento con su suerte y si se piensa que con el aumento de las comodidades del hombre no hay manera de estar contento alguna vez, uno puede aceptar que hay tanto de capricho como de filosofÃa en la determinación del gaucho de vivir sin necesidades. La vida que él lleva es ciertamente más noble que si trabajara como un esclavo de la mañana a la noche para conseguir alimento para su cuerpo y ropa para cubrirlo... El carácter del gaucho es con frecuencia, digno de consideración. Él es siempre hospitalario; en su rancho, el viajero encontrará una bienvenida amistosa al ser recibido con sorprendente dignidad natural que uno quizá no espere en un rancho de aspecto tan miserable”
• “Los peones son excelentes jinetes, y hemos observado a menudo, que, galopando tiraban las riendas sobre el cuello del caballo, sacaban del bolsillo una bolsa de tabaco suelto y con un pedazo de papel, o una chala de maÃz indio, hacÃan un cigarrillo, luego s acaban el pedernal y el eslabón y lo encendÃan”
Hinchliff 1863:
• “La mayorÃa de los gauchos trabaja duramente sin comer hasta que la noche anuncia el tiempo de descanso; se sientan entonces, perezosamente, cerca del fuego donde se asa la carne, mientras el cigarrillo adorna sus caras curtidas al sol; y si puedo juzgar por mi experiencia, dirÃa que pasan la noche muy tranquilamente en su cuarto en la estancia donde se atiborran pacÃficamente de carne y mate”
• “El gran acontecimiento del dÃa fue el festÃn de la carne con cuero, el manjar del paÃs y para ello se carneó un toro elegido especialmente. La comida consiste en un pedazo grande de costillar del animal, asado con su cuero, para que la carne conserve asà todo el jugo y la esencia a la perfección. El cuero por supuesto se arruina y el cuero es lejos la parte más valiosa del vacuno en el RÃo de la Plata. Sólo en ocasiones especiales se permiten este lujo. No se necesitaba ningún plato, la carne medÃa aproximadamente una yarda cuadrada, y estaba en su propia piel sobre la mesa. HabÃa algo homérico en el festÃn, los héroes de la Iliada y la Odisea deben haber comido su carne como lo hicimos nosotros en Entre RÃos, y no me sorprende que se nutrieran con él”
Hutchinson, 1868:
• “EL gaucho puede ser definido como un centauro porque sin su caballo es una impracticabilidad”
White 1881:
• “En vano buscamos al patán rural en la República Argentina, su campesino es un caballero de la naturaleza, simple y supersticioso con un intrÃnseco amor por el canto y además dócil a su influencia; existe entre ellos una raza de trovadores, siempre bienvenidos como invitados, que festejan, acompañándose melancólicamente con su guitarra, los hechos tan gloriosos para ellos como fueron los hechos de los héroes homéricos para los bardos de antaño”
• “Cuando el asado está listo, el instintote la bestia salvaje parece asirlos, porque dividen y agarran un gran pedazo de carne entre sus dientes y su mano izquierda y bajan el inmenso facón con un golpe seco cerca de la nariz; cortan y tragan pedazo tras pedazo y el corte es tan justo, que un extraño teme constantemente que el órgano nasal pueda ser incluido en el sacrificio.”
• “...el gaucho, que no tiene necesidades y es pobre entre riquezas inagotables, es el hijo de la despreocupación, con comida o sin ella, con lugar donde guarecerse o sin él, un cigarrillo, un poco de mate (té paraguayo), una comida al dÃa cocinadla aire libre, sin pan y sin vegetales, y su guitarra a la noche, le alcanza para estar contento, pero si uno le agrega además un traje dominguero y pilchas de plata para su caballo, su orgullo y felicidad no tienen lÃmites, cuando corcovea en la pampa, habiendo llegado al sumun de su ambición, no se puede presentar una estampa más vÃvida de la satisfacción humana”
Por Zulema Fonseca
BIBLIOGRAFÃA
HOSS DE LE COMTE, Mónica Gloria “El Gaucho”, Maizal, Buenos Aires, 2001
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