Foto |
 |
Fotos
Relacionadas |
 |
|
Lic. Maria Cecilia Pisarello (Investigadora del Instituto de AntropologÃa y Pensamiento Latinoamericano) ...
Ampliar |
|
Las instituciones gauchas gozan actualmente de apretados calendarios de festividades y una activa participación de sus integrantes, los cuales no se reducen sólo a hombres, sino que se han visto enriquecido por mujeres, niños y jóvenes.
Las instituciones cuentan con objetivos claros y concretos como un espacio para la familia, participación en fiestas patrias, peregrinaciones y domadas, reuniones en torno al mate y la guitarra, que a su vez, de modo silencioso son develadores de un interesante entramado social, no por los eventos en sà mismos sino por la asistencia cuantiosa del público en general, número que en su mayor expresión llega hasta los 50.000 asistentes, porque los encuentros albergan anónimamente supuestos más ancestrales que los que albergarÃa otro tipo de institución, ya que es espacio para la familia en el que se puede diseñar libremente las actividades de tiempo libre, según la propia apetencia y por la actividad social que realizan en asistencia a estratos más necesitados.
En el abordaje de la investigación, Pisarello utiliza como sinónimo de gauchos el término criollo, al que define como el sincretismo entre indÃgenas y españoles, que muchas veces desde la historia oficial fue descripto de una manera muy diferente a la de la memoria social.
Desde el discurso oficial el gaucho fue visto como vago, incapaz de ser culto aunque leyera, mano de obra barata para los trabajos pesados, soldado raso para el ejército, entre otras. Mientras que desde la memoria social era conceptuado (y lo sigue siendo) como una voluntad que sumada a otras organizadamente, sin importar edad, sexo, pertenencia al ámbito rural o urbano, o con los oficios más diversos, como el sostén de aquellas manifestaciones culturales que están Ãntimamente ligadas a la construcción de la nación.
Una segunda oleada de criollismo que vino a enriquecer este primer sincretismo es la que surgió a partir de las inmigraciones de finales del siglo XIX y principios del XX.
No podrÃa afirmarse -como algunos intentaron sostenerlo-, que la expresión del criollismo como instituciones haya surgido en oposición a la gran oleada inmigratoria que llegaba por esos tiempos a nuestra tierra, pues los nombres de quienes son sus fundadores –inmigrantes o criollos indistintamente-, nos permiten aventurar que los centros criollistas no representaron un espacio de oposición a la inmigración , sino un esfuerzo por afirmar un lugar de pertenencia colectiva, a través de sus manifestaciones culturales.
Actualmente, el tradicionalismo tampoco representa un fenómeno que emerja como respuesta a la globalización, no es lo que se ha dado en llamar “un proceso de retradicionalización”.Tampoco significa un polo de aseveración desde una ideologÃa polÃtica que construye desde la añoranza de los tiempos idos, una mirada anacrónica de la cultura y la vida social del paÃs.
Estar en una institución criolla hoy, es acceder a un lugar donde se expresan sentimientos colectivos que afirman la relación con el territorio y en ese sentido defiende y transmite el ideario patriótico. Un lugar que encuentra en la relación del jinete y el caballo algo más que un conjunto de destrezas: compañeros inseparables para soportar las rigurosidades de la vida y para compartir el coraje, la decisión, la voluntad, el orgullo y la lealtad.
Los centros tradicionalistas son lugares abiertos, lo que significa que cualquiera que quiera llegarse, está en todo su derecho. No hay derecho a admisión, son organizaciones de las cuales participa quien se siente convocado, o con curiosidad o con tiempo para compartir unos mates y olvidar la soledad. No hace falta ser un bailarÃn par salir al centro de la enramada y deslizar la coreografÃa al son de una chacarera, o poseer el mejor emprendado para desfilar por las calles del pueblo, si bien hay quienes los ostentan con orgullo.
La variedad de centros, permite también, que ser miembro de ellos en algunos casos incluya una cuota social para aportar al mantenimiento de la institución, y en otros, sea sólo la adhesión que se renueva en cada celebración o la ayuda solidaria que permite llevar a cabo las actividades.
Investigar hoy estos centros no es una adhesión más el tan mentado “todo tiempo pasado fue mejor” ni significa una disconformidad con la época en la que toca vivir; este tipo de trabajos tampoco pretende ser lapidario de la mentalidad actual y la superación de otras más antiguas, sino que es un trabajo que atestigua la existencia actual, la vigencia de la libre elección de vida de muchos individuos que no tienen en cuenta las corporaciones financieras o la mirada unÃvoca sobre la vida que muestran los medios de comunicación.
BibliografÃa
PISARELLO, MarÃa Cecilia “Presente de gauchos en Provincia de Buenos Aires”, Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), 2004 (1ª ED)
Por Zulema Fonseca
Volver
|