Foto |
 |
|
Pido a los santos del cielo
que alumbren mi pensamiento;
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.
Todo acontecimiento tiene una cara exterior que se puede contar en la transparencia de su obviedad y un rostro interior que se descubre en la penumbra de su misterio que se revela en canto. En unos hombres prevalece el sentido práctico y concreto de las cosas, y en otros todo lo domina el sentido poético y alado de la vida. Este es el primer rasgo del espÃritu de los hombres más hondamente humanos, los que viven para algo más que la utilidad, el interés y la conveniencia.
MartÃn Fierro abre sus labios y pulsa su guitarra para hablar no como lo hará Vizcacha, de hormigas astutas, de burros comilones, de perros flacos o de cerdos gordos, sino para cantar las profundidades y las trascendencias de la vida. Reverso del burdo y cruel pancismo de otros hombres y otros pueblos, MartÃn Fierro es pensamiento que sube a las alturas y penetra las honduras de la esencia humana. Es vuelo del espÃritu que descubre la luz oculta en el misterio sin destruir el misterio, a diferencia del cientÃfico y del técnico que destruyen el misterio para robarle su secreto y aprovechar su utilidad. Es poeta que llega a los repliegues más hondos del dolor para traspasar el velo que esconde su sentido luminoso. Como un poeta posterior de tangos orilleros, también MartÃn Fierro puede decir “soy viajero del dolor”. Y descubrir y revelar el misterio del sufrimiento es tal vez la más grande poesÃa de este mundo signado por la cruz, en la cual - y en la cual solamente - se encuentra el hombre con la verdad profunda de sà mismo.
Volver
|