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Por Zulema Fonseca
Durante mucho tiempo el pueblo argentino festejó esta fecha sin ningún tipo de reflexión. Los pilares más fuertes de esta celebración eras las instituciones escolares desde donde el dÃa de la raza se consideraba casi como una fecha patria más. Generalmente sólo se referÃa la curiosa historia de Cristóbal Colón y su descubrimiento de América. Pero qué significaba exactamente el concepto de raza era un aspecto totalmente excluido de toda reflexión.
Con el devenir de los años, la sociedad argentina comienza a gestar una nueva mirada sobre esta fecha, la palabra raza se considera muy sombrÃa y se comienza a oÃr la voz de los pueblos originarios. Esta nueva mirada cultural genera diferentes términos que intentan reflejar este pensamiento, tales como encuentro de culturas, encuentro de dos mundos, diversidad de culturas.
Todo parece indicar que la perspectiva que se habÃa tomado durante años sólo tomaba en cuenta al continente Europeo, al hombre blanco y dejaba de lado a los pueblos originarios de América. Se hablaba de descubrir América pero implÃcitamente se negaba a los pueblos originarios la capacidad de también descubrir al Europeo y aun más, se les negaba todo derecho, incluso a la posesión de sus propias tierras, a tener una vida digna y hasta la propia vida. Lamentablemente, muchas de estas polÃticas aún tienen plena vigencia en nuestro paÃs y en el resto de América y lo más importante, aún no se ha reconocido el genocidio que la conquista significó.
Sin embargo, aunque esta mirada discriminatoria fue la más escuchada durante siglos, la voz de la literatura siempre atenta para mirar la realidad de modo crÃtico tuvo un actor importantÃsimo en Fray Bartolomé de las Casas, quien nació el 11 de Noviembre de 1484 en Sevilla, España y que escribió valiosÃsimas obras que muestran la realidad de la colonización desde una mirada no oficial. De joven inicia sus estudios en la escuela catedralicia y se ordena sacerdote en 1506. Defiende ante los dominicos el concepto de Encomienda. Luego de llegar a Cuba como capellán castrense toma conciencia del sometimiento indÃgena, se convierte y renuncia a sus tierras, a su encomienda y a sus riquezas. Desde entonces, dedica toda su vida a la defensa de la integridad del indio, lucha sumamente infructuosa, pues la suerte de las polÃticas que regirÃan América ya estaba echada.
Una de sus obras más célebres es “BrevÃsima relación de la destrucción de las Indias”. A continuación compartimos algunas de las frases de este valioso libro:
“Todas las cosas que han
acaecido en las indias, desde su maravilloso
descubrimiento [..] y después en el proceso en adelante
hasta los dÃas de ahora, han sido tan admirables tan no
creÃbles en todo género a quien no las vio, que parece
haber añublado y puesto silencio. [..] Entre éstas son las
matanzas y estragos de gentes inocentes, y
despoblaciones de pueblos, provincias y reinos que en
ellas se han perpetrado, y que todas las otras no de
menor espanto.”
“La isla de Cuba es casi tan luenga como desde
Valladolid a Roma: está hoy casi despoblada. La Isla de
San Juan y la de Jamaica, islas muy grandes y muy
felices y graciosas, ambas están asoladas. Las islas de
los Lucayos, que están comarcanas a la Española y a
Cuba por la parte del Norte, que son más de sesenta con
las que llamaban de Gigantes y otras islas grandes y
chicas, y que la peor dallas es más fértil y graciosa que la
huerta del Rey, de Sevilla, y la más sana tierra del
mundo, en las cuales habÃa más de quinientas mil
ánimas, no hay hoy una sola criatura”
“Dos maneras generales y principales han tenido los que
allá han pasado, que se llaman cristianos, en extirpar y
raer de la haz de la tierra a aquellas miserandas
naciones. La una por injustas, crueles, sangrientas y
tiránicas guerras. La otra, después que han muerto
todos los que podrÃan anhelar o suspirar o pensar en
libertad, o en salir de los tormentos que padecen, como
son todos los señores naturales y los hombres varones
porque comúnmente no dejan en la guerras a vida sino a
mozos y mujeres), oprimiéndolos con la más dura,
horrible y áspera servidumbre en la que jamás hombres y
bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de
tiranÃa infernal se reducen o se resuelven o subalternan
[..] a varias de aquellas gentes” [..]
A pesar de toda la negatividad de este gran proceso colonizador, este encuentro de culturas, también devino en algunas consecuencias positivas, como el nacimiento de nuevos arquetipos de identidad de cada paÃs de América –el llanero, el huaso, el gaucho, etc.- que paulatinamente fueron conformando identidades nacionales como resultado de la fusión entre los colonizadores, los pueblos autóctonos y el negro traÃdo violentamente desde Ãfrica y que lucharon por lograr ser independientes de todo sometimiento colonizador.
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