Foto |
 |
|
Yo soy toro en mi rodeo
y torazo en rodeo ajeno;
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar
salgan otros a cantar
y veremos quién es menos.
Jactancioso y fanfarrón es a veces MartÃn Fierro, y otras modesto y cauteloso; pero medroso nunca. El miedo es cosa que conoce de mentas y con la que pocas veces se ha encontrado, y cuando lo ha encontrado en su camino ha sabido vencerlo. Por eso no se le puede negar un cierto derecho a la jactancia y al alarde, aunque ni alardear ni jactarse sean cosa buena.
Pero si malo es ser fanfarrón, peor es ser maula; porque el fanfarrón anda sobrando de lo que tiene, pero ¿de qué va a sobrar el maula si es maula porque no tiene? Cosa peligrosa y muy mal pensada es andar a cada vuelta de esquina haciendo alarde de agallas, pero es menos deleznable que andar siempre encogido sin coraje para nada. Por eso MartÃn Fierro - conciente de que no le falta lo que proclama - va por su camino haciendo cartel de su destreza y de su fuerza, aunque después su conciencia le reclame, y a veces, le duela el corazón.
Es que como todo hombre profundamente hombre MartÃn Fierro lleva su grandeza con sencillez, y a todo corazón grande y sencillo siempre le fastidia el cartel de la grandeza. Por eso quizás, poquito a poco y sin alardear tampoco de modestia – que es a veces la manera más falsa de alardear – Fierro va desinflando sin ruido el globo de su jactancia y lo va haciendo chiquito, porque sabe que es mejor ser toro sin decirlo que andar pregonándolo sin serlo.
Y asÃ, la jactancia inicial se transforma poco a poco en confianza prudente, segura de si misma pero no insolente.
Volver
|