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Junta esperencia en la vida
hasta pa dar y prestar
quien la tiene que pasar
entre sufrimiento y llanto;
porque nada enseña tanto
como el sufrir y el llorar.
La miseria, la persecución, el desamparo, la ingratitud, la infidelidad, la separación, la incomprensión, la prepotencia, la injusticia...¿qué dolor no ha conocido Martín Fierro? ¿qué pena no lo ha visitado? ¿qué sufrimiento no se le ha ganado bajo el poncho? Y, sin embargo, sufriendo es como ha aprendido la ciencia profunda de la vida, que ningún libro enseña al que no ha vivido, y que ningún estudio otorga al que no ha llorado. Martín Fierro, sin mas libro que su dura existencia, ha escrito en su corazón un libro lleno de la sabiduría de su pampa, con la tristeza de sus nubes de otoño y con la esperanza de sus pastos verdeando en primavera, con la luz de sus soles en verano y con el frío de sus lluvias en el invierno.
Pero ¿por qué es tan buen maestro el sufrimiento? El dolor es como un brazo sangrante extendido en la vida que apunta a un horizonte sin dolor. Es precisamente el sufrimiento lo que mejor nos enseña que estamos hechos para la alegría, para una patria en la que ni la huella quede de las lágrimas ni el recuerdo de los gemidos.
Por extraño misterio, en consecuencia, todos los que enfilan las proas de sus existencias mar adentro del placer y la fortuna, perecen arrebatados por un torbellino que acaba en la abyección y el infortunio, mientras aquellos que abrazan sin remilgos la suerte dura acaban encontrando en ella el sentido profundo de la vida y la puerta secreta que, por estrecho sendero, conduce a la verdadera felicidad.
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