Foto |
 |
|
Y apenas la madrugada
empezaba a coloriar,
los pájaros a cantar
y las gallinas a apiarse,
era cosa de largarse
cada cual a trabajar.
¿Quién dijo que el gaucho era vago y holgazán? – Sin duda lo fueron algunos, y tal vez muchos lo fueron a la fuerza; pero el gaucho no fue hombre de andar sacándole cuerpo al trabajo. Al contrario, el gaucho era de los que no esperaban la segunda llamada para salir a sus tareas. Muchos de los que piensan en el gaucho con desdén, no salen de la cama sino cuando ya está alto el sol, y no siempre salen a trabajar. El gaucho, en cambio, con los primeros colores de la aurora ya estaba con un pié en el estribo para su labor.
Y el gaucho no solamente sale a trabajar temprano sino que sale a trabajar con ganas, y hasta con un aire de poesÃa. Es cosa grande y hermosa esto de unir la poesÃa y el trabajo. Nuestro mundo pragmático, burocrático y tecnológico ha puesto tanta distancia entre una y otro que hoy trabajo y poesÃa se miran con indiferencia, y hasta con malos ojos, sin saber que son hermanos.
El trabajo es un deber que debe ser una alegrÃa, y el gozo del hombre es asà no la estéril holganza sino el trabajo fecundo. Pero el trabajo es gozo, creación y fecundidad cuando se trabaja no solamente para ganar un sustento o amasar una fortuna, sino para expresar lo que somos.
¡Qué distinto serÃa el mundo si todos los hombres pudiéramos salir cada mañana a la tarea diaria con esa mezcla de deber, gozo y poesÃa con que MartÃn Fierro cada mañana empezaba las labores suyas!
Volver
|